Ciudadanía,
partidos políticos, y medios de comunicación en Colombia: elementos esenciales
para la construcción política de la paz.
Tal vez el título de este artículo de opinión transporte a
los lectores a un trabajo académico riguroso, respaldado por una teoría o
teorías que expliquen los conceptos que en él se exponen y, sobre todo, a ser
evaluado por un grupo de académicos que su fin último sea calificar su contenido
y simbolizarlo en una nota. Sin embargo, este articulo está muy lejos de ser un
trabajo de esta magnitud, y más bien muestra, a través de estos tres conceptos,
una realidad que para algunos se vive cada que se abre la temporada electoral
en cualquier país, pero que para otros se desarrolla todos los días,
particularmente, porque la relación Estado-ciudadanía-medios de comunicación
también están en los proceso diarios que se viven en temas como la seguridad,
la educación, los servicios públicos, proceso administrativos, entre otros servicios,
como la paz, que deben ser garantizados gracias a la presencia de un contrato
social llamado constitución que ha enfocado al aparato institucional y sus servidores
públicos a la garantía y defensa de los Derechos Humanos. Colombia es un claro
ejemplo, puesto que tan solo con un interrogante de los muchos que podrían
surgir si se trata de hablar de problemáticas sociales, económicas, políticas,
etc., este articulo podría no tener fin, pero ahora que este 2018 es un año
electoral, donde salen todos los partidos, movimientos y distinguidos
personajes de la política nacional, es importante pensarnos en un interrogante
básico que muchos se han hecho dentro de su seno familiar, con amigos, espacios
académicos, etc., y es: ¿Qué piensa la gente a la hora de votar?.
De entrada el interrogante no revele alguna relación con el
título, pero nos lleva a pensar que, probablemente, la mayoría de los
colombianos no estamos preparados para votar y cambiar, mediante ese pilar fundamental
de la democracia, la realidad de la que nos quejamos constantemente. Pero, más
allá de este planteamiento, creemos que dentro de esa relación tripartita, la
ciudadanía podría ser la más afectada o la más beneficiada, ya que si nos
preguntáramos ¿realmente es importante estar informados? La respuesta seria si,
y es que, en ultimas, la gente es la que recibe los diferentes bienes y
servicios del Estado, y el no estar informados tal vez es una de las razones
por las que la misma institucionalidad se queja de que la población no esté
involucrado en dichos procesos que en su mayoría son gratuitos. De hecho,
responder a esta pregunta se vuelve más complejo si el estar informados es un
factor influyente a la hora de escoger por un candidato que aspira al primer
puesto político del país (Prudencia de la República) y aquellos que, también
bajo la etiqueta de un partido o movimiento político, desean llegar a las vacantes
que cada cuatro años debe “rotar” en el Congreso de la Republica, y en el que
muchos fracasan y otros salen victoriosos; asunto que no hace parte de este
trabajo empírico.
Pero ahora, hagamos un paréntesis que para nada se aleja
del tema en tratamiento, y en este punto invocamos a la academia para, si se
quiere, darle un mayor peso a lo que hablamos y para que el lector, que no
tiene como cultura leer y estar informado de la realidad en la que vive, hasta
aquel que es todo lo contrario lo entienda. En este punto, es importante entender los tres
conceptos: Los partidos políticos, siguiendo los planteamientos de
grandes teóricos como Giovanni Sartori o Norberto Bobbio, son actores que
cumplen una función de intermediación, son estos los encargados de recoger las
demandas ciudadanas y relacionarlas con las instituciones del Estado para
encontrar respuestas positivas. Estas demandas son, entonces, problemáticas
diarias a las que está expuesta la ciudadanía todos los días. Algunos ejemplos:
empleo, seguridad, educación, vías, etc. y, en ese sentido, los partidos o
movimientos políticos, son grupos que bajo una etiqueta o nombre deciden hacer
parte de la política, como el escenario donde se discuten este tipo de
procesos, a través del derecho constitucional de ser elegidos.
Los medios de comunicación, ahora, son instrumentos o herramientas
que desarrollan algunos actores con el ánimo, básico, de hacer un registro “neutral”
de diferentes sucesos locales, regionales, nacionales e internacionales que son
importantes para la ciudadanía; especialmente porque estar informados es un derecho
defendió internacionalmente y en las constituciones nacionales democráticas. Además,
hay muchos que identifican a los medios de comunicación como un cuarto poder
que se complementa con la labor del poder judicial, puesto que es trascendental
que los diferentes acciones que desarrolla la institucionalidad sean registradas
para evitar abusos.
La ciudadanía, fuera que no se puede desprender de su connotación
legal, es uno de los elementos que componen a los Estados y es la base de la
construcción del aparato estatal y del desarrollo constitucional y legal,
especialmente en materia de Derechos Humanos. Es, entonces, el elemento más
visible de un territorio.
Cerremos el paréntesis, teniendo estas aproximaciones conceptuales,
estar informados es una necesidad ciudadana y una obligación democrática,
puesto que es necesario saber qué tipo de decisiones tomamos y que tipo de
actores conducirán nuestro país. Esto ocurre cuando nos alejamos de algo que,
nuevamente invocando la academia, el teórico Herbert Simón menciona como
“racionalidad limitada”, que se traduce en la imperfección que tienen los
ciudadanos en cuanto al conocimiento de la realidad, que está totalmente fraccionado.
Es un asunto que, cuando es parcial la información, depende de los medios de
comunicación en mayor porcentaje, y del Estado cuando no crea las condiciones
para que la ciudadanía esté informada de todo su contexto, especialmente en
temporada electoral, reconociendo que también existen medios informáticos
públicos y que estos procesos también deben serlos. Por esto, se entiende que
todavía no estemos quejando del porque votamos como votamos y porque siempre siguen
pasando personajes en la política nacional que poco le apuntan al interés
general.
Ahora bien, ¿será que la culpa es toda de los medios de
comunicación y del Estado?. La responsabilidad del ciudadano también debe ser
señalada, puesto que algunos teniendo la capacidad adquisitiva para estar informados
no lo hace, y aquellos que no lo tienen tampoco tienen una formación cultural
por estarlo y que impulse esa necesidad de quebrantar esa falta de conocimiento
sobre los procesos que realiza el Estado y sobre la forma como tomamos
decisiones. Es cierto que el estar informados depende también del nivel
socioeconómico que Herbert Simón reconoce como uno de los factores principales
de la racionalidad limitada, pero también hay que decir que existe una
complicidad del Estado y de los partidos y movimientos políticos de mantener
limitado ese conocimiento para la toma de decisiones; de lo cual se podría
hablar demasiado, particularmente con algunos programas sociales asistenciales
que se siguen politizando. De esta manera, votar no solo se convierte en un
ejercicio democrático que debe estar orientado a la transformación de esas
particularidades que nos aquejan todos los días, también deben estar orientadas
a realidades que han dejado de ser coyunturales, como por ejemplo el conflicto
armado colombiano que ha avanzado con las FARC y que “inicia” o trata de
hacerlo con el ELN; frente a todo lo anterior, quizás, ya empiece a coger un
poco de forma este trabajo.
Por ejemplo, es muy seguro que hoy pasado un gran tiempo
desde la firma del proceso de paz, existan muchos ciudadanos que ni siquiera conocen
de los avances del mismo y, sobre todo, cuales son los temas que se siguen
discutiendo. Eso es una representación clara de la falta de información en la
que nada la ciudadanía, porque eso el porqué del interrogante inicial, y es que
es importante pensarse si cuando las personas votan están pensando en que a
construcción de la paz es solo una responsabilidad del Estado y aquellos
actores desmovilizados, incluso hasta de la institucionalidad internacional o
¿será que es un asunto de interés o motivación por el tema?. Saquen sus propias
conclusiones. De todas formas, la construcción de paz evidencia que debe
existir una interrelación de actores que mantienen en equilibrio los procesos
propios del tema y aquellos conexos.
En suma, lo poco que
permite revelar este artículo de opinión, muestra que esta relación tripartita Ciudadanía,
Estado y medio de comunicación, es trascendental para todo tipo de transformaciones
al interior de un territorio, y la paz no es un tema ajeno a ello. La temporada
electoral debe servir para hacer conciencia de esta realidad, ya que estos
personajes que escogeremos para los próximos cuatro años son los que tienen la
responsabilidad de continuar con el proceso de paz que inicio con su firma y, sobre
todo, de hacer partícipe a la ciudadanía que ha sido la más afectada. Se
entera, entonces, que si la ciudadanía no tiene protagonismo es porque todavía
seguimos en el círculo vicioso de tomar decisiones bajo la desinformación y que
no estar en los espacios donde deberíamos ser los primeros en estar, se
responde por sí solo. Por eso, un voto es más que escoger un candidato, más
cuando lo que se ve es la poca institucionalización de los partidos políticos
que necesitan gastar gran parte del presupuesto que tiene la nación, tan solo para
decidir quién o quienes van a ser los representantes a los cargos públicos,
como lo hizo el Partido Liberal para la contienda presidencial.
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