martes, 8 de mayo de 2018

Elecciones Presidenciales: ¿Más educación o más trabajo?


¿Más educación o más trabajo?

En el marco de las elecciones al primer cargo político, popular y, por ende, más importante de la Republica de Colombia, la Presidencia, siempre se abren espacios para impulsar, a través del debate, cada una de las propuestas que han planteado los candidatos frente a todas y cada una de las temáticas que se deben abordar en temas de país. El ámbito económico, la reforma a la justicia, el desarrollo agroindustrial, las pensiones, son algunos de los temas más acalorados dentro de este proceso democrático que se presente cada cuatro años. Sin embargo, este no sería el momento de hablar de estos temas ya que, a diferencia de escenarios pasados, hay un aspecto en particular que los diferencia del actual. Los adolescentes de hace tan solo cuatro años, hoy ya son adultos jóvenes que por fin tienen la posibilidad de incidir en el destino del país tan solo a través del mayor ejercicio político de un ciudadano: el voto. De esta manera, los temas mencionados, aunque son importantes, no le quitan tanto espacio a otros temas que, anteriormente, no eran realmente incidentes o decisivos para determinar, sacando la ya conocida maquinaria política que reconocemos tiene el peso suficiente, cuál sería el candidato con más probabilidades de ocupar el cargo a presidente.  

Frente a lo anterior, traemos a colación, gracias a uno de los tantos debates televisados (el Gran Debate de RCN y NTN24), la apreciación o propuesta de gobierno del candidato del Centro Democrático, Iván Duque, sobre el tema del embarazo adolescente. Y se trae al panel porque, a diferencia de las posturas educativas y realistas de los otros candidatos frente a la necesidad de prevención, acompañada de oportunidades de insertarse en la educación superior para tener expectativas de vida y no caer en las redes de la pobreza, el candidato en mención, expreso lo siguiente:

“Familia y colegio tienen que trabajar de la mano para dar una formación sexual y reproductiva donde haya un sentido de responsabilidad. Y eso es muy importante en la sociedad colombiana. Adicionalmente hay que ofrecerles a esas niñas, desde edad temprana, oportunidades de empleo, oportunidades de emprendimiento, oportunidades de destrezas. Eso también ayuda a generar una cultura de responsabilidad y prevención para que el tiempo ocioso no las afecte[1]
Una apreciación quizás muy apresurada, porque se niega la responsabilidad del hombre en la problemática. Las mujeres no se embarazan solas y, por lo tanto, existe una corresponsabilidad que se extiende hasta las instituciones del Estado encargadas de trabajar en el tema. De modo que, la apreciación del candidato también niega el accionar de estas últimas, mostrando la poca operatividad e incidencia de los programa desarrollados durante años para controlar el embarazo a temprana edad, cargando, ahora, la responsabilidad a los actores generadores de empleo en la prevención de la problemática en mención.

Es importante tener en cuenta que:

En Colombia, una de cada cinco mujeres menores de 19 años ha tenido un embarazo. Entre los países de ingreso medio y alto de América Latina, Colombia, México y Brasil lideran estas malas estadísticas, mientras Argentina, Chile y Uruguay tienen buenos resultados. El fenómeno disminuye, pero no de manera constante. Entre 2005 y 2010, la tasa se redujo, pero volvió a empeorar entre 2010 y 2012. Desde entonces ha mejorado, y en 2015 tuvimos la tasa histórica más baja. Hay una incidencia muy alta en las zonas rurales en general y en la Orinoquia, la Amazonia y las regiones Pacífica y Atlántica, en particular.[2]
Esto pesa aún más cuando en contexto de post-acuerdos, se ha podido determinar que la mayoría de los jóvenes que han hecho parte de las filas de las fuerzas del Estado para combatir, tradicionalmente, a la ilegalidad en sus diferentes modalidades (urbana, rural y marítima), han sido jóvenes provenientes de embarazos a muy temprana edad y que no han tenido oportunidades de estudio, y mucho menos laborales. Esta última en algunos casos muy precaria, lo que obliga a ver como oportunidad de oro ingresar a las filas de la fuerza pública por su alta protección económica en el presupuesto anual del país.

Esto es una realidad que, principalmente, afrontan personas de la zona rural donde los servicios del Estado son precarios o no llegan en ninguna modalidad. Estos reduce las opciones del individuo de pensar en las diferentes alternativas que tiene en un mayor porcentaje otros individuos que viven en ciudades capitales o intermedias, y aun así se asume dentro de estos contextos que hay una sensación de que los jóvenes con embarazo a temprana edad sienten poca protección de la familia, como institución primaria, y de paso de las instituciones territoriales que deben generarles la plataforma necesaria para tener la oportunidad de mayores expectativas de vida no asociadas a la inmersión a las filas de la fuerza pública.
   
Así, creemos que debe existir una postura más clara de los candidatos, particularmente del candidato que permitió este artículo de opinión, para combatir el problema del embarazo adolescente dentro de la gran experiencia que han tenido como actores de la vida política nacional. No podemos centrarnos solamente en la necesidad de mantener, en gran porcentaje, ocupados a los jóvenes porque parte de su ocupación, y para poder lograr obtener los mejor de ellos en otros espacios, es permitirles tiempo para el ocio dirigido a la recreación, cultura y deporte.



lunes, 12 de febrero de 2018

Ciudadanía, partidos políticos, y medios de comunicación en Colombia: elementos esenciales para la construcción política de la paz.


Ciudadanía, partidos políticos, y medios de comunicación en Colombia: elementos esenciales para la construcción política de la paz.


Tal vez el título de este artículo de opinión transporte a los lectores a un trabajo académico riguroso, respaldado por una teoría o teorías que expliquen los conceptos que en él se exponen y, sobre todo, a ser evaluado por un grupo de académicos que su fin último sea calificar su contenido y simbolizarlo en una nota. Sin embargo, este articulo está muy lejos de ser un trabajo de esta magnitud, y más bien muestra, a través de estos tres conceptos, una realidad que para algunos se vive cada que se abre la temporada electoral en cualquier país, pero que para otros se desarrolla todos los días, particularmente, porque la relación Estado-ciudadanía-medios de comunicación también están en los proceso diarios que se viven en temas como la seguridad, la educación, los servicios públicos, proceso administrativos, entre otros servicios, como la paz, que deben ser garantizados gracias a la presencia de un contrato social llamado constitución que ha enfocado al aparato institucional y sus servidores públicos a la garantía y defensa de los Derechos Humanos. Colombia es un claro ejemplo, puesto que tan solo con un interrogante de los muchos que podrían surgir si se trata de hablar de problemáticas sociales, económicas, políticas, etc., este articulo podría no tener fin, pero ahora que este 2018 es un año electoral, donde salen todos los partidos, movimientos y distinguidos personajes de la política nacional, es importante pensarnos en un interrogante básico que muchos se han hecho dentro de su seno familiar, con amigos, espacios académicos, etc., y es: ¿Qué piensa la gente a la hora de votar?.

De entrada el interrogante no revele alguna relación con el título, pero nos lleva a pensar que, probablemente, la mayoría de los colombianos no estamos preparados para votar y cambiar, mediante ese pilar fundamental de la democracia, la realidad de la que nos quejamos constantemente. Pero, más allá de este planteamiento, creemos que dentro de esa relación tripartita, la ciudadanía podría ser la más afectada o la más beneficiada, ya que si nos preguntáramos ¿realmente es importante estar informados? La respuesta seria si, y es que, en ultimas, la gente es la que recibe los diferentes bienes y servicios del Estado, y el no estar informados tal vez es una de las razones por las que la misma institucionalidad se queja de que la población no esté involucrado en dichos procesos que en su mayoría son gratuitos. De hecho, responder a esta pregunta se vuelve más complejo si el estar informados es un factor influyente a la hora de escoger por un candidato que aspira al primer puesto político del país (Prudencia de la República) y aquellos que, también bajo la etiqueta de un partido o movimiento político, desean llegar a las vacantes que cada cuatro años debe “rotar” en el Congreso de la Republica, y en el que muchos fracasan y otros salen victoriosos; asunto que no hace parte de este trabajo empírico.

Pero ahora, hagamos un paréntesis que para nada se aleja del tema en tratamiento, y en este punto invocamos a la academia para, si se quiere, darle un mayor peso a lo que hablamos y para que el lector, que no tiene como cultura leer y estar informado de la realidad en la que vive, hasta aquel que es todo lo contrario lo entienda.  En este punto, es importante entender los tres conceptos: Los partidos políticos, siguiendo los planteamientos de grandes teóricos como Giovanni Sartori o Norberto Bobbio, son actores que cumplen una función de intermediación, son estos los encargados de recoger las demandas ciudadanas y relacionarlas con las instituciones del Estado para encontrar respuestas positivas. Estas demandas son, entonces, problemáticas diarias a las que está expuesta la ciudadanía todos los días. Algunos ejemplos: empleo, seguridad, educación, vías, etc. y, en ese sentido, los partidos o movimientos políticos, son grupos que bajo una etiqueta o nombre deciden hacer parte de la política, como el escenario donde se discuten este tipo de procesos, a través del derecho constitucional de ser elegidos.

Los medios de comunicación, ahora, son instrumentos o herramientas que desarrollan algunos actores con el ánimo, básico, de hacer un registro “neutral” de diferentes sucesos locales, regionales, nacionales e internacionales que son importantes para la ciudadanía; especialmente porque estar informados es un derecho defendió internacionalmente y en las constituciones nacionales democráticas. Además, hay muchos que identifican a los medios de comunicación como un cuarto poder que se complementa con la labor del poder judicial, puesto que es trascendental que los diferentes acciones que desarrolla la institucionalidad sean registradas para evitar abusos.

La ciudadanía, fuera que no se puede desprender de su connotación legal, es uno de los elementos que componen a los Estados y es la base de la construcción del aparato estatal y del desarrollo constitucional y legal, especialmente en materia de Derechos Humanos. Es, entonces, el elemento más visible de un territorio.

Cerremos el paréntesis, teniendo estas aproximaciones conceptuales, estar informados es una necesidad ciudadana y una obligación democrática, puesto que es necesario saber qué tipo de decisiones tomamos y que tipo de actores conducirán nuestro país. Esto ocurre cuando nos alejamos de algo que, nuevamente invocando la academia, el teórico Herbert Simón menciona como “racionalidad limitada”, que se traduce en la imperfección que tienen los ciudadanos en cuanto al conocimiento de la realidad, que está totalmente fraccionado. Es un asunto que, cuando es parcial la información, depende de los medios de comunicación en mayor porcentaje, y del Estado cuando no crea las condiciones para que la ciudadanía esté informada de todo su contexto, especialmente en temporada electoral, reconociendo que también existen medios informáticos públicos y que estos procesos también deben serlos. Por esto, se entiende que todavía no estemos quejando del porque votamos como votamos y porque siempre siguen pasando personajes en la política nacional que poco le apuntan al interés general.

Ahora bien, ¿será que la culpa es toda de los medios de comunicación y del Estado?. La responsabilidad del ciudadano también debe ser señalada, puesto que algunos teniendo la capacidad adquisitiva para estar informados no lo hace, y aquellos que no lo tienen tampoco tienen una formación cultural por estarlo y que impulse esa necesidad de quebrantar esa falta de conocimiento sobre los procesos que realiza el Estado y sobre la forma como tomamos decisiones. Es cierto que el estar informados depende también del nivel socioeconómico que Herbert Simón reconoce como uno de los factores principales de la racionalidad limitada, pero también hay que decir que existe una complicidad del Estado y de los partidos y movimientos políticos de mantener limitado ese conocimiento para la toma de decisiones; de lo cual se podría hablar demasiado, particularmente con algunos programas sociales asistenciales que se siguen politizando. De esta manera, votar no solo se convierte en un ejercicio democrático que debe estar orientado a la transformación de esas particularidades que nos aquejan todos los días, también deben estar orientadas a realidades que han dejado de ser coyunturales, como por ejemplo el conflicto armado colombiano que ha avanzado con las FARC y que “inicia” o trata de hacerlo con el ELN; frente a todo lo anterior, quizás, ya empiece a coger un poco de forma este trabajo. 
        
Por ejemplo, es muy seguro que hoy pasado un gran tiempo desde la firma del proceso de paz, existan muchos ciudadanos que ni siquiera conocen de los avances del mismo y, sobre todo, cuales son los temas que se siguen discutiendo. Eso es una representación clara de la falta de información en la que nada la ciudadanía, porque eso el porqué del interrogante inicial, y es que es importante pensarse si cuando las personas votan están pensando en que a construcción de la paz es solo una responsabilidad del Estado y aquellos actores desmovilizados, incluso hasta de la institucionalidad internacional o ¿será que es un asunto de interés o motivación por el tema?. Saquen sus propias conclusiones. De todas formas, la construcción de paz evidencia que debe existir una interrelación de actores que mantienen en equilibrio los procesos propios del tema y aquellos conexos.

En suma, lo poco que permite revelar este artículo de opinión, muestra que esta relación tripartita Ciudadanía, Estado y medio de comunicación, es trascendental para todo tipo de transformaciones al interior de un territorio, y la paz no es un tema ajeno a ello. La temporada electoral debe servir para hacer conciencia de esta realidad, ya que estos personajes que escogeremos para los próximos cuatro años son los que tienen la responsabilidad de continuar con el proceso de paz que inicio con su firma y, sobre todo, de hacer partícipe a la ciudadanía que ha sido la más afectada. Se entera, entonces, que si la ciudadanía no tiene protagonismo es porque todavía seguimos en el círculo vicioso de tomar decisiones bajo la desinformación y que no estar en los espacios donde deberíamos ser los primeros en estar, se responde por sí solo. Por eso, un voto es más que escoger un candidato, más cuando lo que se ve es la poca institucionalización de los partidos políticos que necesitan gastar gran parte del presupuesto que tiene la nación, tan solo para decidir quién o quienes van a ser los representantes a los cargos públicos, como lo hizo el Partido Liberal para la contienda presidencial.   

sábado, 6 de mayo de 2017

II Foro Nacional por la Paz - Universidad Javeriana Cali


Estuvimos en el II Foro por la Paz, realizado en la Universidad Javeriana, donde pudimos escuchar a los diversos sectores políticos dando su opinión sobre el proceso de paz y lo que se vendra con la implementación, en nuestra página de Facebook puede ver el vídeo del debate entre #IvánCepeda y #MarthaLucíaRamírez 

Segunda ronda de Talleres de mediación de conflictos en las aulas para la sana convivencia

2da Ronda de Talleres de mediación de conflictos en las aulas para la sana convivencia, debido al éxito tenido en os primeros talleres decidimos hacer una segunda ronda, si conocen algún colegio, institución educativa o cualquier entidad que este interesada en recibir estos talleres no duden en compartirles esta información, feliz día 

viernes, 7 de abril de 2017

365 DÍAS DE MARCHA EN COLOMBIA


Articulo de opinión 
Fundación Pazíficos 


El pasado 1 de abril del 2017 se realizó en Colombia la marcha en contra de la corrupción convocada por el Centro Democrático en cabeza del ex presidente y hoy en día senador de la república Álvaro Uribe Vélez, y otros personajes políticos muy influyentes por sus posiciones ideológicas frente a asuntos, por ejemplo, como el proceso de paz que todavía está en boga ahora en su etapa de implementación. Más allá de lo que pueda generar y que, seguramente, genero entre simpatizantes y opositores el propósito de la marcha, que para muchos se desvió un poco del foco y, de paso, se utilizó para lanzar algunas inconformidades frente algunos procesos del gobierno de turno de Juan Manuel Santos y otros actores, notando también que de una forma muy arriesgada algunos ciudadanos se infiltraron para exponer sus consignas en contra de las grandes figuras promotoras de la marcha, se debe precisar que no está mal la intención por la cual se protesta que, en este caso, es el fenómeno de la corrupción. Otra discusión, que no tocaremos aquí, es quien la promueve. Por lo que, lo que se intenta mostrar es que este fenómeno, se puede decir abiertamente, no contempla un desarrollo conceptual ni practico en el que exista orientación o casamiento alguno con las ideologías políticas de derecha e izquierda, o para algunos de centro, entre otros aspectos., que determine quién o quienes están autorizados a convocarla, permitiendo tomarlo como un tema transversal, por un lado, al trabajo institucional del país y social, por el otro, que se relación con el control ciudadano que es una responsabilidad de la población.      

Viendo este tema, estamos seguros, son muchos los problemas que en una simple charla callejera sonarían si se hiciera la pregunta de ¿Qué cree usted que es el principal problema que afecta a Colombia?. Y, efectivamente, para ponerlo en un contexto mucho más categórico, si así se puede decir, a nivel de la academia y a nivel político, por ejemplo, en algunos espacios como el congreso, las asambleas departamentales y los consejos municipales donde se debaten algunos problemas del país, indudablemente coincidiría con los resultados del interrogante. Es importante recordar que en estos últimos espacios el análisis es mucho mayor que el de un ciudadano de a pie, ya que existen cosas que este no ve por su falta de información. Pero esa no es la discusión de este escrito. Frente al interrogante, retomando, se puede decir que el desempleo, el salario, las vías o carreteras, la agricultura, etc., son algunos de esas incontables dificultades que se podrían enunciar y por las cuales, haciendo uso del derecho a protestar frente a las inconformidades sociales, políticas y económicas, sería justo marchar todos los días exigiendo cambios. De hecho, algunos ejemplos de ello fueron las diferentes marchas por la paz, los paros camioneros, las incontables marchas docentes, y la lista seguiría si la lógica de este trabajo fuese desarrollar un registro.

Pero ante estas mencionadas y ambiguas problemáticas, eventualmente, serán pocos los que mencionen el fenómeno de la “Corrupción” como la clave del éxito de casi todos o gran parte de los males del país y es por ello que este tema hace parte de nuestra información introductoria. A pesar de que es un tema que ha sido trabajado desde diferentes espacios, las personas aún no han comprendido su trascendencia. La falta de entendimiento de los significados, alcances y formas de seguirse retroalimentando permite que se desvié siempre la discusión sobre los efectos  y no en las causa de ese flagelo. Todavía se maneja, por ejemplo, la noción de ver la corrupción como un problema que solo se focaliza en el robo de dineros públicos, pero la realidad de este fenómeno es tan compleja que también se ubica en el tráfico de influencias y otro tipo de actividades ilegales contempladas en la normativa colombiana. De todas formas, con esto no se quiere informar a la ciudadanía que todos los problemas del país son culpa de la corrupción, ya que hay proceso de otra índole que están sujetas más bien a malas decisiones, falta de compromiso con algunos temas y que no son parte de la agenda pública, inexactitud en la planificación u hoja ruta de trabajo de los diferentes gobiernos de turno a nivel nacional, regional y local para afrontar los que si hacen parte de la agenda, etc.    

Ahora bien, este fenómeno que no es nuevo en nuestro contexto, la mayoría de veces tomado como experiencia no solo a nivel internacional, en el que se vislumbra la realidad del país en comparación a otras contextos a nivel mundial o suramericano, entre otros., sino también a nivel político, por ejemplo, en el que se supone que los entrantes gobiernos de turno a nivel nacional y en las entidades territoriales deben poder corregir o trabajar sobre ello para generar transparencia con el uso de los recursos públicos, muestra (y es una sensación que se mantiene aún en la población) que los esfuerzos desarrollados por los órganos de control a veces son mínimos y se encuentran con obstáculos que impiden la eficacia y eficiencia de sus funciones. Incluso se podría pensar, y no es descabellado, que algunos funcionarios de estos órganos de control no hacen el trabajo porque también están untados. Así, mirando que el país se encuentra en una posición desfavorable, que impide hablar de ética en el funcionario y servidores públicos, y aunque esos avances mínimos que sistemáticamente se gestan en la institucionalidad sean transversales a todos los temas de trabajo que hacen y no hacen parte de la agenda pública de los gobernantes y de Estado, no quiere decir que el problema este siendo atacado como debe ser; entendiéndolo como paños de agua tibia que al final no resuelven nada.  
   

En suma, el trabajo que se debe de hacer para controlar, mitigar y acabar con este flagelo, requiere del compromiso y responsabilidad del Estado y la ciudadanía, que siempre hizo parte de la base de nuestro escrito, pero también del sector privado, ya que por el hecho de no ser mencionado, por un lado, también es promotor de este flagelo para beneficios individuales y, del otro, porque algunas empresas pierden beneficios aun así su proceso siempre haya sido transparente. De esta forma, por todos los efectos que ha tenido que vivir y seguir soportando la población colombiana que no desfallece y encuentra grandes líderes que están dispuesto a dar la lucha, teniendo igualmente en cuenta que son pocos los que creen en esta forma de participación social y política, es justo y tal vez sea poco pensar que 365 días de marcha y protesta para la transformación no sean suficientes cuando de una gran parte de actores no existe ni existirá voluntad de cambio. 


#paramiculturadepazes


Talleres de Resolución de Conflictos en las aulas de clase